+44(0) 1234 567 890 info@domainname.com

viernes, 23 de mayo de 2014

La nueva ola de cultura ambiental

11:00

Share it Please
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) ambientalistas son los nuevos actores sociales del país, debido a que la laxa legislación en materia ambiental sigue sin responder a todos los problemas que le competen, por lo que éstas han optado por dejar de ser simples espectadores ante la realidad y  han tomado medidas en pro del medio ambiente.
Los problemas ambientales han quedado rezagados, ya que las autoridades han considerado de mayor importancia otras áreas de interés social, que a las correspondientes al desarrollo sustentable del país.
Este grave error ha mermado en la calidad de vida de los ciudadanos y compromete la de  generaciones futuras.
Tal vez esto se deba a que la legislación ambiental mexicana es muy reciente, ya que apenas a finales de 1980, con la promulgación de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), juridificaron de manera sistemática las relaciones entre el entorno ecológico y las actividades humanas.
A raíz de ello las autoridades municipales y estatales pusieron en funcionamiento modelos jurídicos para regular los aspectos ecológicos correspondientes al entorno que los rodeaba, ya que a pesar de pertenecer al mismo país, era necesario crear una legislación que atendiera los problemas específicos relacionados con el medio ambiente que se presentaban en cada región.
A pesar de inclusión formal del tema ambiental en la legislación mexicana a lo largo de los años, esto no fue suficiente para erradicar de raíz los problemas relacionados con el medio ambiente, debido a la poca importancia que el gobierno le otorgó a dichos asuntos: desde las sanciones débiles hasta la insuficientes acciones tomadas para castigar un delito de esta índole.
Por ello, organizaciones civiles decidieron hacerse cargo de la problemáticas prevalecientes y presionar a las autoridades para que cumplieran con sus obligaciones de proteger al medio ambiente, preocupados por el futuro incierto de las generaciones venideras.
La nueva ola de justicia ambiental y protesta social, comenzada por activistas sociales y organizaciones civiles, es el resultado de una amalgama de circunstancias que han permitido la concientización sobre la verdadera necesidad de reformar el panorama mundial en el que se encuentra el ambientalismo.
“La articulación del movimiento ambientalista se basa en valores y objetivos compartidos y por un fuerte sentido de pertenencia. En este caso los valores cobran un papel clave en la articulación; si bien existen sesgos se repite la apreciación de la solidaridad, el respeto a la diversidad, la armonía y protección de la naturaleza, etcétera.” (Gudynas, 2001).
La observación directa de la degradación ambiental ha abierto los ojos de los ciudadanos, quienes han respirado, bebido y sentido los estragos de los diversos factores que tienen al mundo en una situación delicada, y de consecuencias irreversibles en caso de continuar con la indolencia que se vive internacionalmente.
Las políticas ambientales alrededor del mundo han avanzado los últimos años, debido a la exigencia y activismo de la ciudadanía, que ha logrado mediar en diversas ocasiones para que el gobierno considere la reformación de leyes obsoletas, que ya no son suficientes para proteger de manera óptima el planeta en la actualidad.
José Manuel Vargas Hernández, director jurídico del Instituto Nacional de Ecología (INE), menciona en un ensayo sobre el tema que la modificación al marco jurídico ambiental actual tiene entre otros propósitos establecer las bases para llevar a cabo un proceso de descentralización ordenado, gradual y efectivo de diversos asuntos ambientales en favor de los gobiernos locales; ampliar los márgenes de la participación social en la gestión ambiental, fundamentalmente en la toma de decisiones, el acceso a la información ambiental y el derecho al ejercicio de acciones para impugnar los actos de autoridad; fortalecer y enriquecer los instrumentos de la política en la materia; reducir los márgenes de discrecionalidad de la autoridad; ampliar la seguridad jurídica de la ciudadanía en materia ambiental e incorporar conceptos fundamentales como los de sustentabilidad y biodiversidad, a fin de aplicarlos a las distintas acciones reguladas por el propio ordenamiento, así como el cumplimiento de los compromisos asumidos por nuestro país en los tratados y convenciones internacionales en la materia.
Como consecuencia de dichas leyes se han creado organismos gubernamentales que regulan las cuestiones competentes al cuidado del medio ambiente, sirviendo como conciliadores en la relación entre la actividad humana y el ambiente ecológico.
Pero no es sólo necesaria la aprobación de leyes y reformas que garanticen una mayor protección al ecosistema; también es indispensable que se cree una verdadera cultura de consciencia ambiental en los habitantes, para que el funcionamiento de estas regulaciones sea realmente beneficioso en el cuidado de la naturaleza.
A pesar de que muchos han abierto los ojos ante la situación, la sociedad continúa en un letargo ocasionado por la falta de racionalidad ecológica y cultura medioambiental durante su formación familiar y escolar. Esto se debe en gran medida a la poca difusión que tienen los aspectos ambientales en los medios de comunicación y en la escasez de proyectos ecológicos en las campañas electorales.
El preferir voltear a otro lado para no es opción en este momento, ya que los estragos de los múltiples problemas ambientales presentes en el mundo están manifestándose en formas dañinas para los ciudadanos como desastres naturales, afectaciones a la salud y baja calidad de vida, debido a la pérdida paulatina de ecosistemas naturales que contribuyan a la purificación del aire.
Actualmente lo que respiramos es contaminación vial, desechos de las plantas industriales, partículas fecaloides que pululan por el mal servicio de alcantarillado, el exceso de perros callejeros y  la raquítica política de sanidad; los anteriores, son sólo unos cuantos ejemplos los daños ocasionados por la falta de rigor en la legislación ambiental y la poca consciencia que existe sobre este tema en la ciudadanía.
La corrupción también es un factor que repercute en muchos ámbitos de la vida del país, incluyendo el referente al medio ambiente; por ello, las iniciativas aprobadas en dicha materia carecen de rigor, ya que existe una gran relación entre la explotación a la naturaleza y las ganancias que perciben empresas dedicadas a explotar recursos naturales o a realizar actividades que mermen el bienestar de los ecosistemas nacionales, por lo cual se ven beneficiadas por las regulaciones gubernamentales, debido al poder adquisitivo que tienen.
La falta de profesionalización en dicha área también es un factor que interfiere en el pleno desarrollo del cuidado medioambiental; no se impulsa a las carreras ofertadas aplicadas al tema ecológico como se hace con otras áreas de estudio, por lo tanto, el número de expertos en el tema es bajo, lo cual dificulta la cobertura nacional en investigación ambiental.
Los estudios no han ido más allá, debido también a la falta de subsidios que impulsen este ámbito, a pesar de que el campo de trabajo se encuentra en todos lados y en cualquier momento, ya que los problemas del medio ambiente están presentes por donde se busque. El gasto verdadero sería al darle seguimiento al problema y contribuir a la solución; desafortunadamente para las autoridades ha resultado más fácil enfocarse en temas que requieran menos presupuesto y también menos acción.
Los profesionales que se encargan de estudiar el medio ambiente no sólo son biólogos o ingenieros, también están involucradas personas con distinta formación en diversos campos de las ciencias, incluso sociales; más que la profesión se trata de la convicción por desear contribuir al mejoramiento del planeta en esta nueva ola de justicial ecológica.
La protección ambiental no significa sólo ecología ni ingeniería ambiental, requiere de la participación de un sinnúmero de disciplinas del conocimiento humano. Inevitablemente, la sociedad se ve obligada a definir el ambiente que desea, quiere y puede tener; ésta es, por ende, un etapa singular en la historia de la humanidad (Cabrera, 1999).
En conclusión, todos somos partícipes activos de la realidad en la que nos encontramos, basta con mirar a nuestro alrededor para comprender cuanto nos seguimos equivocando en cuestiones que afectán al medio ambiente e imposibilitan la permanencia de lo que actualmente conocemos como vida y naturaleza.
El surgimiento de movimientos que alientan a conseguir quitar esa venda de los ojos que poseen muchos de los ciudadanos, es sólo un comienzo para lograr un cambio palpable en la cultura medioambiental, pero lo anterior es sólo una de las acciones que deben realizarse, ya que esa consciencia debe desarrollarse desde que se comienza a criar a los niños del hogar, para que así podamos poco a poco vivir en una sociedad que reconozca desde el principio la importancia que tiene el entorno en donde se desenvuelve su existencia.
Iliana Estrada Acero
19/05/14
Referencias
Gudynas, E. (2001). Actores sociales y ámbitos de construcción de políticas ambientales. NEPAM: Brasil.
Vargas, J.M. (2007). La legislación mexicana en materia ambiental. INE: México.
Cabrera, Lucio. (1999). Derecho ambiental mexicano. UNAM: México.


0 comentarios :

Publicar un comentario