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sábado, 17 de mayo de 2014

Opinión: ¿el río Bravo debe declararse Patrimonio de la Humanidad?

18:12

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¿Qué tienen en común el Área de Protección de la Flora y Fauna Cuatrociénegas, ubicada en Coahuila, la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, ubicada en Puebla, el Anillo de Cenotes del Cráter de Chicxulub, ubicado en Yucatán, y el río Bravo en la frontera México-Estados Unidos, llamado Grande en éste último país? En primer lugar, que los cuatro son lugares naturales mexicanos. Sin embargo, eso no es lo que en este texto nos ocupa; el común denominador entre esos cuatro puntos naturales es que, todos ellos, alguna vez fueron propuestos para ser declarados Patrimonio de la Humanidad. Los tres primeros ya lo son, mientras que el río Bravo es candidato a serlo, o al menos eso buscan los activistas chihuahuenses liderados por el profesor Manuel Robles.
     Para él, el río Bravo debe ser considerado Patrimonio de la Humanidad. Punto. Robles considera que este espacio natural tiene características similares a las que presenta el río Nilo, en Egipto, que, por cierto, forma parte del extenso listado de sitios declarados Patrimonio de la Humanidad alrededor del mundo. Por ello, ha iniciado, desde hace varios años, una intensa movilización social de manera pacífica, con el fin de hacer ver, primero a los residentes locales, que el río Bravo es un motivo de orgullo para México. De forma continua, Robles y su equipo de colaboradores y simpatizantes recaban firmas entre la población de ambos lados de la frontera y los turistas, para conseguir atraer la atención internacional. Actualmente, los residentes del Valle de Juárez tienen unas 10 mil firmas, y aseguran que el número sigue en aumento.
     Esta lucha no es reciente, sino que ya tiene tiempo de iniciada. Hace unos dos años, Robles y sus ayudantes entregaron a los relatores de la Organización de las Naciones Unidas las primeras firmas, con el fin de que esa institución internacional pusiera sus ojos en el tema. En ese entonces, Robles entregó las copias a Clara Judisman, quien fungía como una de las relatoras en ese entonces. La petición fue clara: los ciudadanos deseaban que el río Bravo se convirtiera en Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, los luchadores sociales nunca obtuvieron respuesta.
     Al tener tal distinción, sostienen, definitivamente se realizarían acciones concretas para protegerlo de los distintos contaminantes, sí, pero sobre todo, aún más importante, del desdén de las autoridades tanto mexicanas como estadounidenses. Si el río Bravo obtiene tal categoría, considera Robles, muchas organizaciones del mundo se interesarían por cuidarlo y las agencias internacionales se harían cargo de su limpieza y revitalización, tareas que, sostiene, no han sido realizadas de forma efectiva por ninguno de los gobiernos. La experiencia demuestra a Robles que las plantas de la región vierten residuos tóxicos al río, de tal forma que hoy está en un estado de contaminación grave. Pero la experiencia también le demuestra que efectivamente se puede hacer presión con la sociedad civil, como ocurrió cuando él y sus simpatizantes se manifestaron en contra de la creación de un tiradero nuclear en Sierra Blanca, que, si bien estaría ubicado en Estados Unidos, sus potenciales efectos negativos se sentirían de este lado de la frontera.
     En Estados Unidos, informa Robles, el río Bravo es considerado patrimonio nacional desde que el presidente Bill Clinton así lo declaró en su momento. Se podría pensar que si en Estados Unidos este río se considera patrimonio de la nación, en México también deberíamos de estar orgullosos y el gobierno mexicano debería condecorarlo con la distinción homóloga.  Sin embargo, para él, el río es tan importante que no basta con que 2 de 194 países reconozcan la grandeza del Grande. Por eso es la lucha que actualmente sostiene. Se opone a que Estados Unidos y México sean quienes lo validen, y cree que esta tarea debería ser realizada por toda la humanidad. De lo contrario, nunca se llevarán a cabo las acciones que urgentemente necesita el río, dice.
     Si el río Bravo es digno de declararse Patrimonio de la Humanidad o no lo decidirá la ONU por medio de la UNESCO. Sin embargo, una verdad es que este cuerpo de agua es importante porque constituye una frontera natural entre dos países con profundos contrastes, y además posee una vasta historia donde ha protagonizado disputas de corte internacional.
     Históricamente, el río ha tenido diversos nombres. En God´s Country or Devil´s Playground, Nelson deja escrito que los distintos exploradores lo nombraron de distintas formas: Tiguex, Nuestra Señora, Guadalquivir, Nuestra Señora de la Concepción, Tibuex, y Río del Norte. Así, es a Juan de Oñate a quien los mexicanos debemos el adjetivo que hoy utilizamos para referirnos al río: bravo.
     Como sea que haya adquirido el nombre, la pregunta que hay que responder es ¿por qué un río de más de 3 mil kilómetros podría ser considerado para condecorarse con semejante distinción? Ni siquiera el río Amazonas, que mide dos veces lo que mide el Bravo, es considerado Patrimonio de la Humanidad, a pesar de que se encuentra en Amazonia, una de las zonas consideradas maravillas naturales del mundo. He aquí una verdad de Perogrullo que espero que pueda servir para responder esta pregunta: si bien el Bravo no es, de ninguna forma, el Amazonas, el Amazonas tampoco es el Bravo. Más allá de una simple tautología, lo que quiero decir es que, muy aparte de la importancia histórica que pueda tener el mencionado cuerpo de agua sudamericano, el río fronterizo es la línea divisoria de dos países que, en una escala global, son el mejor ejemplo de una relación de dependencia donde existen profundas asimetrías en cuanto a la magnitud de las afectaciones. Las cosas no son iguales de un lado que del otro. En ese sentido, el río es evidentemente, una línea divisoria natural, pero también una línea divisoria cultural. Dos culturas muy distintas se encuentran separadas por un cuerpo de agua. Por otra parte, el Bravo ha literalmente empapado a los llamados “mojados”, migrantes provenientes tanto de nuestro propio país, como de Centro y Sudamérica, que intentan vivir el llamado “sueño americano”. Además, es una frontera natural cuya modificación en el cauce alguna vez fue motivo de la disputa del territorio de El Chamizal, entre México y Estados Unidos. Lo anterior viene a colación por la trascendencia histórica que tuvo el río Bravo decidió: decidió, en un momento determinado, cuál iba a ser la frontera.
     La UNESCO tiene una serie de criterios que utiliza para nombrar Patrimonio de la Humanidad un determinado sitio o bien material. En el caso de un sitio natural, para que éste obtenga el reconocimiento de toda la humanidad, debe representar algún periodo de la historia, contener fenómenos naturales extraordinarios y bellos, o contener hábitats naturales importantes, donde haya una gran diversidad biológica o especies en peligro de extinción. Los fronterizos sabemos que nuestro río Bravo no cumple con ninguna de las tres características que pide la UNESCO. En realidad, el río no destaca por su belleza ni por su extraordinaria fauna. Sin embargo, el antiguo Tibuex podría ser digno de recibir el reconocimiento de todo el mundo si en los requisitos se considerara la importancia que tiene en la vida política, cultural y social de dos países profundamente distintos, donde diariamente, cientos de personas se juegan la vida con la intención de cruzar la frontera y tener una mejor calidad de vida.

Fernando Aguilar Carranza
17 de mayo de 2014


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